Exhibición: No me olvides

La biblioteca más antigua de nuestra Universidad, conocida como “Colección Jesuítica”, fue reunida lentamente en un proceso que se desarrolló entre los siglos XVII y XVIII. Esta exhibición permite acercarse a ese momento de la historia y propone orientar la mirada hacia las personas que hicieron posible su conformación. 

“No me olvides”, escribió alguien en la contratapa de uno de estos libros. No es posible asegurar quién dejó esa marca, pero hoy, algunos siglos después, esta propuesta busca responder ese pedido.

La muestra se enmarca en las celebraciones por el 25° aniversario de la creación del Museo Histórico UNC y de la inscripción del sitio “Manzana Jesuítica y Estancias de Córdoba” a la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.

La exhibición puede visitarse en los horarios de apertura del museo: de lunes a viernes de 9.30h a 17.30h y los sábados y feriados de 9.30h a 14.30h.

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Durante el mes de enero de 2026, los horarios serán de lunes a viernes de 9.30h a 14.30h **

El ingreso incluye también un recorrido por las demás salas del Museo y la iglesia de la Compañía de Jesús, en los horarios de apertura del templo.

Más información en este enlace: «Visitar el Museo»


¿Quiénes eran los encargados de traer los libros hasta esta pequeña ciudad en los márgenes del virreinato? ¿Qué lectores los esperaban? ¿Qué rol tenía el libro -y la palabra escrita- en su proceso de formación? ¿Por qué era necesario que aprendieran diferentes idiomas? ¿A quiénes debemos estos textos?

Estas son solo algunas puertas de acceso a ese pasado, que todavía ofrece muchas herramientas para ayudarnos a comprender el presente. 

Jesuitas y libros en la Provincia del Paraguay al momento de la expulsión del Reino de España (1767). Elaboración propia en base a diversas fuentes.

La orden de la Compañía de Jesús fue fundada en 1540 en París y su reglamento fue trazado por Ignacio de Loyola en las Constituciones.

La identidad de los sacerdotes y hermanos jesuitas estaba reforzada por la vida en común en seminarios y colegios y por las cartas escritas por los misioneros en diferentes regiones del mundo. 

Los jesuitas se adaptaban al tiempo, lugar y a las personas donde desarrollaban su tarea evangelizadora. Así, aprendieron las lenguas, las costumbres y tradiciones en tierras tan distantes como Japón, China o Sudamérica.  Esta globalidad y su imagen del mundo se ven reflejadas en los volúmenes de sus bibliotecas.

Los primeros libros llegaron a principios del 1600 en los bolsillos y cajones de los jesuitas que venían a Córdoba. Luego, esta tarea fue asignada a unas personas en particular: los procuradores. Ellos informaban de los sucesos en las provincias, reclutaban misioneros y se encargaban de la adquisición de libros, herramientas y elementos litúrgicos para las iglesias. Eran el vínculo permanente entre Roma, sede del poder jesuita, y América. 

En Córdoba, era necesario traer libros ya que la imprenta jesuita funcionó muy pocos años antes de la expulsión. 

También negociaban en Europa la edición de textos escritos en América, como el “Arte y vocabulario de la lengua Lule y Tonocoté”, de Machoni o el “Lunario de un Siglo” de Buenaventura Suárez.


Existen marcas, huellas de personas que perviven en las hojas de estos libros. Estudiantes, novicios, profesores, autoridades y miembros de la orden leían estos textos, pero la persona que estaba en permanente contacto con ellos era el bibliotecario. Su tarea consistía en mantener el espacio limpio y ordenado, administrar el préstamo de los volúmenes y también llevar adelante las indicaciones del Santo Oficio de la Inquisición referidas a las bibliotecas.

Los estudiantes provenían de ciudades tan diversas como Cuzco, Asunción, San Miguel de Tucumán o Santiago del Estero. Estos hombres pertenecían a la élite local y si bien no había una edad uniforme, comenzaban los estudios a partir de los 13 o 14 años. Sus anotaciones hablan de amistades, rivalidades, sueños, vacaciones, juegos y bromas.

Para la Compañía de Jesús, el Noviciado era un espacio central de formación. Ocupaba los primeros dos años de estudio y finalizaba con el pronunciamiento de los votos de pobreza, obediencia y castidad. Llamada también “Casa de Probación”, era donde se ponían a prueba las fortalezas que sostenían la vida misional.  

En la Córdoba colonial, los Provinciales, Procuradores y Maestros de Novicios buscaban sostener las vocaciones de los futuros jesuitas. Eran los encargados de proveer libros para la Librería Pequeña, pero también imágenes y ornamentos a los retablos de la capilla realizada especialmente para ellos y que hoy conocemos como Capilla Doméstica. 

La dedicación de los jesuitas al estudio de lenguas indígenas se refleja en el número de gramáticas, vocabularios y catecismos que formaban parte de sus bibliotecas. En Córdoba, muchos estudiaban la lengua guaraní, ya que luego se convertían en misioneros junto con aquellas comunidades. 

En las misiones guaraníes, existían 30 bibliotecas con cerca de 12.000 volúmenes al momento de la expulsión (1767). Uno de sus pueblos, Candelaria, poseía 3.700 volúmenes, de los cuales casi la mitad estaban escritos en guaraní. En 1759, el procurador Juan de Escandón solicitó imprimir en Madrid 1.500 ejemplares del “Ara Poru aguĭyey haba”, de José Insaurralde.  

Las inscripciones de pertenencia o la lengua en la que están escritos, sugieren que los destinatarios de algunos libros no eran solamente los miembros de la orden, sino también las comunidades indígenas.


Muchos jesuitas en Europa y América se volcaron a la escritura. Los teólogos se dedicaban al estudio e interpretación de textos sagrados para la comunidad católica. Uno de los más destacados fue Francisco Suárez

Los biógrafos, como Nicolás del Techo y José Guevara, escribían relatos sobre jesuitas destacados, para que sirvieran como ejemplo para los demás miembros de la orden.

Los cronistas eran sus historiadores oficiales. Narraban su misión evangelizadora y describían las condiciones históricas. La obra de Pedro Lozano constituye un gran ejemplo. 

Los naturalistas realizaban estudios en disciplinas como la botánica, la zoología, la mineralogía y la geografía. Aquí se destacaron José Sánchez Labrador, Pedro de Montenegro o José de Acosta.

Sala 3 | «Tractatus de legibus, ac Deo legislatore, in Decem Libros distributus, utriusque Fori hominibus non minus utilis, quam necessarius» Autor:  Francisco Suarez  Lugar y fecha de impresión: Londres, 1679

Transcripción de anotación marginal

“Lo tuvo Cabrera el año primero de su teológica viviendo con Don Manuel Martínez y Don Pedro Isnardi, santigüeño en el cuarto octavo del claustro de arriba en el mismo vivió al fin del año de su phisica con Don Manuel Bazán tucumano y Don Manuel Martinez cordovez”


Las Constituciones dictadas por Ignacio de Loyola en 1544 establecieron que la formación y aprendizaje en diferentes idiomas era un punto destacado para la educación de los futuros sacerdotes jesuitas. 

Si bien el latín era la lengua principal en los colegios jesuitas, también se recomendaba el estudio del griego y el hebreo para el aprendizaje de la teología. Además, para quienes fueran enviados a las misiones, era obligatorio aprender las lenguas de las comunidades con quienes estuvieran. Así lo estableció el Tercer Concilio de Lima (1582-1583). 

Sin embargo, en América, no todas las lenguas indígenas fueron estudiadas por igual por los jesuitas, solo las más representativas en número e importancia regional como el guaraní, quechua, lule, chiquitano o mapudungun.

La evangelización realizada por la Compañía de Jesús fue concebida a través de la inserción en cada cultura local. Los misioneros requerían una preparación en el estudio de las lenguas, las religiones, la filosofía y las instituciones locales.

Francisco Javier, uno de los padres fundadores de la Orden, en 1541 partió al sudeste asiático, siendo el primer religioso católico en llegar a esas tierras.

Allí, la inmersión se realizó buscando coincidencias entre las enseñanzas de Cristo y las de Confucio, junto con la adopción de ritos locales que más tarde serían condenados por la Iglesia.

Aunque la orden ya había realizado sus primeras incursiones en el territorio cordobés hacia 1587, decidieron establecerse en esta ciudad en 1599. Fue por determinación del quinto General de la Compañía, el Padre Aquaviva. Para ello, el Cabildo les donó tierras donde existía una ermita (actualmente aquí se ubica la sacristía de la Capilla Doméstica, por calle Caseros). 

En 1604, los jesuitas fundaron la Provincia Jesuítica del Paraguay (Paraquaria). Esta administración abarcaba los actuales territorios: sur de Brasil, Uruguay, Paraguay, sur de Bolivia, centro-norte de Chile y de Argentina. 

Córdoba fue la cabecera de esta antigua provincia, aquí se asentaron el Colegio Máximo y la Universidad.



“No me olvides”. ¿Quién dejó allí ese mensaje? 

Recorrer esta biblioteca permite vincularnos con las personas detrás de los libros. Las del pasado que los escribieron, reunieron, consultaron y anotaron. Las que hoy los conservan, investigan y comunican. Y las del futuro, destinatarias de este legado. Somos las personas las que construimos el vínculo con estos objetos que denominamos patrimonio cultural. 

“No me olvides” dice el texto y les proponemos seguir conociendo, queriendo y cuidando este patrimonio que hace más de 400 años forma parte de nuestra identidad.

“No me olvides”, escribió alguien. 

¿Lo dice el libro o una persona?

Sala 6 | Anotación «No me olvides», en «Cursus theologici iuxta scholasticam huius temporis Societatis Iesu methodum…» Autor:  Francisco Amico Consentino Lugar y fecha de impresión: Bolonia, 1640.

Presentamos la lista de objetos que se encontrarán en exhibición durante el período noviembre 2025 – febrero 2026. Por motivos de conservación, los libros en exposición se renuevan frecuentemente.

Cada ejemplar se presenta con sus datos correspondientes: título, autor, fecha y lugar de impresión. Además, señalamos su código de identificación (signatura topográfica), referencia para su búsqueda en catálogo de la Biblioteca Mayor UNC.

Podés acceder al catálogo desde el siguiente enlace   

TítuloAutorLugar y fecha de impresiónCatálogo
Origen y instituto de la Compañía de Iesus en la vida de San Ignacio de Loyola (…)Lorenzo OrtizSevilla, 1679BN B264
Nuevo superior religioso instruido en la practica, y arte de governar (…)Antonio MachoniCádiz, 1750BJ 1749
Arte y vocabulario de la lengua lule, y tonocote compuestos con facultad de sus superiores.Antonio MachoniMadrid, 1732BJ A67/70
Historia ecclesiastica Veteris Novique Testamenti (…) Noel, Alexiandre
Venecia, ?BJ B1792
Expeditionum spiritualium Societatis Iesu…Miguel de San Roman
Lyon, 1664BJ 816
Ara poru aguiyei haba ; conico, quatia poromboe ha marangatuJosé Insaurralde
Madrid, 1760?BJ A 449
Considerazioni e discorsi famigliari, e morali (…)César CalinoVenecia, 1739BJ A 1678
Tractatus de legibus, ac Deo legislatore, in Decem Libros distributus, utriusque Fori hominibus non minus utilis, quam necessariusFrancisco SuárezLondres, 1679BJ C1894
 Dictionari octolinguis…Ambrosio CalepinoLyon, 1634
BJ C1382
Noticias summarias das perseguicoes da missam de Conchinchina (…)Manuel FerreiraLisboa, 1700BN C466
Biblia 1. Hebraica, 2. Samaritana, 3. Chaldaica, 4. Graeca, 5. Syriaca, 6. Latina, 7. ArabicaAntonio Vitré (impresor)París, 1645BN C514
Descripción de las indias occidentales (…)Antonio Herreras y TordecillasMadrid, 1730BJ C 398
Cursus theologici iuxta scholasticam huius temporis Societatis Iesu methodum… Francisco Amico Consentino Bolonia, 1640BJ 1891